Historias a partir de sueños

Desde pequeña he tenido sueños raros, y desde pequeña, he querido ser escritora, así que decidí escribir un relato basándome en un sueño que tuve. Lo escribí hace tres años para un concurso (quedé la primera jeje).  El sueño era un poco bizarro, pero lo suavicé. Si los sueños son mensajes de nuestro inconsciente, la verdad es que no quiero saber nada de lo que tengo ahí. 

EL CAMPAMENTO MALDITO

Bea estaba durmiendo cuando llegaron al campamento. Se había dormido hacía rato, después de escuchar a Laura durante 1 hora, se dijo a sí misma que era suficiente.
Aún seguía hablando cuando se despertó.
-Y eso fue lo que comí ayer...¡Oh mira,ya hemos llegado!-dijo alegre. Ni siquiera se había dado cuenta de que su mejor amiga se había dormido, dejándola hablando sola.
Bea se desesperezó, se frotó los ojos, y miró por la ventana.
El campamento era más grande de lo que había esperado.
-¡Vaya,es super grande!- dijo Laura, pensando igual que su amiga- ¡Lo vamos a pasar genial!
-Los maestros se han esmerado-comentó Alex desde el asiento de atrás.
Las puertas se abrieron, y los chicos empezaron a bajas a trompicones. Ella y Laura se quedaron cómodamente sentadas, esperando a que los demás salieran. Nunca entendería por qué todos tienen tanta prisa por bajar.
-¿Crees que lo pasaremos bien?-dijo Laura esperanzada, como si necesitara la aprobación de su amiga.
Bea le sonrió, dirigiéndole por primera vez la palabra:
-Claro que sí, tonta.
Laura sonrió, le cogió de la mano, y fueron juntas a por las maletas.
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-En estos tres días estaréis conviviendo juntos 41 personas. Espero que no haya ningún problema, o habrá consecuencias.
El director del campamento estaba dictando las reglas, aunque no era consciente (o tal vez sí) de que solo Bea y las personas a las que nos les interesaba el sexo masculino lo estaban escuchando, pues las demás estaban demasiado ocupadas babeando por él. No podía negarse, el tipo estaba bueno, pero podría tener perfectamente 40 años, y Bea no era fan de los hombres con 20 años más que ella (y de ningún hombre en general)
-Las reglas son básicas y fáciles de cumplir. De verdad espero que seáis un buen grupo, y no causéis ningún problema-acabó sonriendo.
-Es tan guapo-le susurró Laura.
-Es tan viejo-le dijo Bea en respuesta.
Laura le arrugó la cara.
Daniel (el nombre del director) seguía hablando, pero ellas estaban en mitad de una pelea de miradas.
De repente, Laura empezó a hacerle cosquillas. Bea intentó contener la risa, pero se las estaba haciendo en su punto débil (el costado) , y empezó a pegar carcajadas.
-Perdonad chicas ¿las interrumpo? -Daniel se había presentado a su lado sin haberse dado cuenta.
Las dos amigas se quedaron calladas. A Laura se le empezaron a poner rojas las orejas.
-Obviamente, sabéis lo que acabo de decir, ¿verdad? -negaron con la cabeza- Acabo de decir que el alcohol queda terminantemente prohibido.
Bea enarcó una ceja. ¿Eso era tan importante? Obviamente que iba a estar prohibido. Era un viaje de fin de curso organizado por maestros.
De todas formas, las dos asintieron obedientes. No querían problemas el primer día. El viaje era solo de dos noches, así que mejor causar una buena impresión.
-Bien, pues eso es todo. Divertíos. Mis compañeros os llevaran a vuestros cuartos.
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-Han sido dos días geniales, ¿verdad? - comentaba Clara, una de sus compañeras, al tenderse en su litera.
-Ya ves, el kayak ha sido genial.
-La piscina ha sido lo mejor. Dani se conserva demasiado bien para los 38.
-¿Pero ya sabes cuántos tiene? - preguntó Laura, y todas las chicas siguieron hablando entre ellas.
Bea las escuchaba, estando en la conversación y escuchándolas, pero sin comentar nada, perdida en sus pensamientos.
La verdad es que se lo había pasado bien esos dos días. Se había divertido mucho con sus compañeros, y había conectado con ellos de verdad. Los iba a echar de menos el año que viene.
Las chicas empezaron a beber. Luisa se había traído una botella de larios y le estaban dando sorbos por turnos.
-Bea, ¿quieres?-le preguntó Sofía.
-No gracias,yo no bebo.
Le gritaron aburrida, pero no insistieron más. “
Sonriendo, se quedo durmiendo.
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Bea se despertó bruscamente. Miró alrededor, y vio que todas las chicas se estaban levantando. No solo eso, estaban saliendo a la calle. Laura estaba saliendo la última.
-Laura que haces, entra-le dijo agarrándola por la mano. Ella no le hizo caso, y siguió andando.
Salió detrás de ella, y observó que todos estaban adentrándose en la parte de atrás del campamento.
¿Que coño está pasando?” se preguntó Bea. Decidió seguirlos, aunque no entendía lo que estaba pasando.
Ellos seguían adentrándose más y más en el bosque, por un camino que parecía viejo. A lo lejos, se distinguía una luz.
Poco a poco, la luz se hacía más cercana, y observó con horror lo que había allí.
Todos sus compañeros, de uno en uno, estaban acercándose a Dani, que estaba en una especie de altar, rodeado de su personal. Vestían túnicas color rojo sangre, y cada vez que uno de sus compañeros se acercaba, les hacía una herida en la muñeca, y arrojaba la sangre en un cuenco.
Bea no podía creer lo que veía. ¿Magia? ¿Rituales satánicos? ¿Que clase de broma era todo eso? Pero era muy real. Asustada, echó a correr, y se escondió detrás de un árbol.
Saco su móvil, y llamó a la policía.
-¿Quién ahí allí?
Todos los músculos de su cuerpo se tensaron. Era la voz de Rafa, su monitor. Tiró el móvil al suelo, y salió de detrás del árbol.
-Solo faltas tú, corre a dar tu ofrenda.
Bea hizó lo mejor que pudo para no echar a correr, y se dirigió al extraño altar.
Dani le cogió la muñeca,e hizo todo lo que pudo para no hacer ninguna mueca de dolor. Ninguno la había hecho.
-Puedes irte- le dijó Dani, y Bea se dirigió de vuelta a la habitación, detrás de todos sus compañeros.
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-Vamos Bea,nos tenemos que ir-la despertó Laura.
Bea aún no se había recuperado de su extraño sueño. Había parecido tan real...
Pero todas sus amigas estaban recogiendo sus maletas, y ninguna parecía que acabará de ver un ritual satánico en mitad de la noche. Todas salvo ella.
Empezó a recoger su maleta, y me dio dormida, se dirigió al autobús. Solo cuando se sentó en el autobús, se dio cuenta de que tenía una raja en la muñeca.
-¿Como te has hecho eso?-le preguntó Laura.
Bea empezó a imperventilar y buscar su móvil. No lo tenía. Y estaba segura que tampoco estaba en la habitación.
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El hombre estaba paseando. Acababa de realizar de nuevo un trabajo estupendo. Todos podrían seguir viviendo un año más gracias a la ayuda de esos jóvenes.
Se oyó una música, proveniente de un móvil. Estaba tirado en el suelo. Lo recogió, y miró a ver de quien era. Encendió la pantalla, y se abrió por el número de la policía.
Buscó rápidamente quien era el propietario de ese teléfono. Por primera vez en 40 años, sus planes no habían salido como esperaba.                        
  FIN
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Si, soñé con un ritual satánico. El sueño fue más creepy todavía, porque la protagonista era yo y los demás gente que conocía, y para colmo, también se mataban unos a otros mientras iban zombies. Creo que he visto demasiado los Juegos del Hambre.

ENTRADA ESCRITA POR MARI  CARMEN AMO TORRES

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